jueves, 3 de marzo de 2011

El Templo de Luxor












Empezado por Amenofis III y terminado por Ramsés II, dedicado a Amón-Ra, Mut (esposa de Amón, representada por un buitre) y Khonsu, es el santuario del ka por excelencia.

Luxor, antigua Tebas, capital del imperio egipcio. Por razones políticas y geográficas, Tebas fue cobrando poco a poco importancia durante la X dinastía hasta transformarse en la capital de los faraones del Nuevo Imperio. Allí se veneraba con suntuosas ceremonias al dios Amón en tríada con Mut y Khonsu. A cada victoria, a cada triunfo, se erigían nuevos y grandiosos templos en honor del dios. La antigua capital egipcia fue dividida por un canal, al sur del cual surgió Luxor, en tanto que al norte fue extendiéndose el pueblo de Karnak.

El templo de Luxor, santuario del ka por excelencia, mide 260 metros de longitud y fue empezado por Amenofis III y terminado por Ramsés II. Está unido al templo de Karnak por una larga avenida adornada de esfinges un tiempo con cabeza de carnero, reemplazadas por esfinges con cabeza humana durante la XXX dinastía.

En la entrada del templo se levanta el monumental pilón construido por Ramsés II, que presenta un frente de 65 metros de largo. En él están esculpidos los bajorrelieves que relatan la campaña militar de Ramsés II contra los Hititas y está grabado el famoso "Poema de Pentaur", que celebra las hazañas guerreras del faraón.

Frente al pilón, había antiguamente dos obeliscos de Ramsés II que se alzaban al cielo para disipar las fuerzas nocivas y atraer los poderes celestes hacia el templo, de los que hoy sólo queda el de la izquierda, de 25 metros de altura, pues el otro fue transportado a Francia en 1833 en el centro de la Place de la Concorde.












Rodeando la entrada, dos de los seis colosos iniciales, de granito rosado de 15,50 metros de alto sobre un pedestal de 1 metro, representan al faraón sentado en su trono, quien custodia el acceso al templo del ka. Una vez atravesada esta entrada triunfal, se llega a la corte de Ramsés II, ornada por una doble hilera de columnas de capiteles papiriformes, con estatuas de Osiris en los intercolumnios. En la corte también se alza el pequeño templo de Tutmosis III, compuesto por 3 capillas dedicadas a la tríada de Amón, Mut y Khonsu.

Una imponente columnata de 25 metros nos introduce luego en la corte de Amenofis III, rodeada por tres lados por una doble hilera de columnas papiriformes. También la parte exterior del templo tiene aspectos interesantes, con sus muros provistos de numerosas capillas laterales cuyas paredes están adornadas de escenas de ceremonias religiosas y, aquí también, de escenas de la batalla contra la coalición siriaco-hitita.

Luxor es en la actualidad una pequeña ciudad de 60.000 habitantes, situada en la orilla derecha del Nilo, en el lugar que corresponde a la antigua Tebas. El nombre de Luxor deriva de la palabra árabe el-Uqsor, plural de el-Qasr que significa campamento o fortificación, haciendo referencia a dos campamentos militares que aquí se establecieron en época romana.

Tebas, que los egipcios llamaban Uaset, se extendía en el área que actualmente comprenden Karnak y Luxor. En esta gran ciudad (en el momento de máximo desarrollo contaba con más de un millón de habitantes), capital en el Imperio Nuevo de un imperio que se extendía desde el Éufrates a la Alta Nubia, se veneraba al dios Amón, cuyo centro de culto se hallaba en el gran templo de Karnak.

Una vez al año, con ocasión de la fiesta de Opet la «Fiesta del harem», que se celebraba en el segundo y el tercer mes de la estación de las inundaciones, una solemne procesión trasladaba la embarcación sagrada desde el templo de Karnak al de Luxor, llamado Ipet-resit, «Harem meridional de Amón». Este último, cuya longitud total actual es de cerca de 260 metros, lo mandó edificar Amenofis III (XVIII dinastía) sobre un edificio de culto preexistente erigido en la época de Hatshepsut; la reina había hecho edificar también seis pabellones para las paradas de la embarcación de Amón a lo largo del primitivo dromos de la XVIII Dinastía, la ruta sagrada que unía el templo de Luxor con el de Karnak.

En tiempos de Hatshepsut, la procesión de la fiesta de Opet seguía un itinerario terrestre, recorriendo el dromos que unía los dos templos, mientras que a partir de finales de la XVIII Dinastía, los simulacros de las embarcaciones sagradas de Amón, Mut y Jonsu, eran transportadas al templo de Luxor remontando el Nilo. En la fiesta de Opet, Amón de Karnak visitaba a Amón de Luxor, Amon-em-ipet, «Amón que está en su harem» y lo revitalizaba.

El templo de Luxor comprendía, en origen, una gran columnata con catorce columnas papiriformes de 19 metros de altura (su circunferencia medía casi 10 metros), delimitada al este y al oeste por una muralla adornada con relieves inspirados en momentos de la fiesta de Opet. Por la columnata, que se completó y se decoró en la época de Tutankhamón (1334-1325 a.C.), se entraba en el magnífico patio cerrado por una doble hilera de columnas, delimitado al sur por la sala hipóstila. De ahí se pasaba a la parte interna del templo, que comprende una serie de cuatro antecámaras, unas estancias accesorias y el santuario de la embarcación sagrada y que corresponde a la estancia más interna, cuyo pabellón fue reconstruido por Alejandro Magno.

Posteriormente, Ramsés II amplió el templo dándole la forma actual mediante la construcción del primer pilono decorado con relieves que representan la batalla de Qadesh, en Siria (1274 a.C.), el primer patio y, en la zona más interna del templo, un triple santuario para las embarcaciones de Amón, Mut y Jonsu, que constituían la tríada tebana. El patio de Ramsés II, delimitado por un peristilo[1] de setenta y cuatro columnas papiriformes dispuestas en doble hilera y decorado con dieciséis estatuas del propio faraón, comprende en el lado septentrional una capilla tripartita dedicaca a la tríada tebana que se remonta a la época de Hatshepsut: en el lado oriental se construyó en el siglo VI d.C., una iglesia bizantina sobre la que, durante el periodo de los sultanes Ayubís (siglo XIII d.C.) se construyó la mezquita de Abu el-Haggag, todavía hoy en funcionamiento.

También durante el reinado de Ramsés II se levantaron dos grandes obeliscos que precedían al primer pilono (palabra que deriva del vocablo griego pilon y significa «gran puerta») y que el pachá de Egipto Mohammed Alí donó a Francia en 1819. Uno de los dos obeliscos, el occidental de más de 22 metros de altura y 220 toneladas de peso fue trasladado a París en 1836 y erigido en la Plaza de la Concordia, donde actualmente se encuentra. En lo referente al segundo, se quedó in situ porque Francia renunció definitivamente a sus derechos de propiedad en 1980.













El templo de Luxor tenía una función compleja: cada año, en sus estancias más secretas, durante la fiesta de Opet, la fiesta del jubileo real, se celebraba el renacimiento divino del faraón, hijo de Amón, para reafirmar así su poder. En la penumbra de la «sala del nacimiento divino», Amón, que para la ocasión asumía la semblanza del faraón, iba al encuentro de la reina a la que Tot, el dios de cabeza de ibis, predecía su futuro destino de madre. Entonces Amón ordenaba a Knum, «el divino alfarero», que modelara en el torno al niño en gestación y su ka, su «doble», que representaría su esencia divina e inmortal. La reina, con la ayuda de Hathor, Isis y Neftis daba a luz a su hijo divino, hijo del rey de los dioses, así reconocido por el padre Amón. Y él presentaba ofrendas de incienso y flores frescas a Amón y recibía a cambio la naturaleza divina, la juventud y promesas de larga vida; luego se le coronaba como soberano legítimo de las Dos Tierras. El faraón así regenerado y reconfirmado en su papel real podía asegurar durante otro año la prosperidad a su pueblo.

El templo de Luxor también tenía la función de templo de culto de la parte divina e inmortal del faraón, el ka real, símbolo de la legitimidad de su poder. Esta función, que era de tipo universal y no estaba ligada a un único faraón, duró más de diecisiete siglos y explica el hecho de que Alejandro, cuya legitimación como soberano de Egipto dependía de su reconocimiento como hijo de Amón, reconstruyera el santuario de la embarcación del dios.

El templo de Luxor también era, según la cosmogonía tebana, adaptación local de la heliopolitana, el lugar de origen de la Ogdoade, nombre con el que se indicaban las ocho divinidades primordiales que, generadas por el demiurgo «creador de la tierra», la serpiente Irta, también llamada Kematef, crearon a su vez el mundo. Kematef y las ocho divinidades de la Ogdoade, finalizada su misión, fueron sepultados, según la tradición, en su mítica tumba de Medinet Habu donde, durante el Imperio Nuevo, se trasladaba Amón de Luxor cada diez días en la «Fiesta del décimo día».

En la época de Ramsés II, la entrada de la procesión en el templo no tenía lugar por la entrada principal del primer patio, sino por la puerta occidental que da al Nilo, reservándose la puerta oriental para que entrara el pueblo. El acceso principal del templo se utilizaba en cambio durante la fiesta anual de Amón-Min-Kamutef, en la que se conmemoraba al dios Amón como dios de la fertilidad.

En la época de Nectánebo I (380-362 a.C.), el dromos que unía Luxor con Karnak se adornó con centenares de esfinges de cabeza humana, que hoy en día son en parte visibles. Finalmente, durante el periodo romano, precisamente en tiempos de Diocleciano, hacia el 300 d.C., la parte más meridional del templo se utilizó para el culto imperial y el templo se incorporó al fuerte de la guarnición romana que se había establecido en Luxor.

Los trabajos de excavación en la zona del templo, los inició en 1885 el arqueólogo francés Gastón Maspero, entonces director del Service des Antiquités Égyptiennes, y dieron lugar al aspecto que ahora presenta el edificio. En este templo, en 1990, tuvo lugar uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años: durante el transcurso de unos sondeos para comprobar la estabilidad de las columnas del patio de Amenofis III, se encontró un «escondrijo» que albergaba magníficas estatuas. La más hermosa, de cuarcita roja, representaba al faraón y se ha convertido en la pieza más famosa del Museo de Luxor.

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